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Mostrando entradas de agosto, 2009

EL PATIO DE NATALIA.

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Ese patio tenía ese olor, Un olor a sangre enterrada, Un sabor ajeno que no conozco, Pero un olor a sangre familiar, Era un patio pequeño, En donde en un tiempo lejano no tanto, Hubo armas enterradas en los rosales, La señora de la casa colaboró con los muchachos, Ah la nieta…tan inquieta, Una niña con ojos salvajes, tristes…salvajes, Con manos muy pequeñas para recibir, Muy grandes para brindar su tierra, Allí jugó ella por años a la tenta, Con las muñecas y los pajaritos, Ya mayor le visitaron los enamorados, Ella siempre supo que hubo, que fue, Mas que refugio de armas ese patio, Fue refugio de ideas, ideales, De jóvenes con miedo solo al temor y no a la muerte, Miedo de no ser, no pertenecer, Ya más de veinte años después, Yo aquí parado en este patio con mis maletas, No queriendo marcharme…debo hacerlo, Me despido sin besar la tierra, Tierra que me abrazo con el viento, Con la carne, el sonido, la gente, Tierra acalorada de pasión, sofocada tal vez, Tierra que me dejó, me olvidó y